2022: una vendimia como ninguna otra

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La cosecha de este año ha estado llena de retos y récords de altas temperaturas, pero un seguimiento riguroso de la viña permitirá obtener vinos bien estructurados, a la vez que fluidos, equilibrados y sin notas cálidas.

Al final, los datos lo han confirmado: 2022 ha sido la añada más calurosa de la historia en nuestra finca del Duero. Y también la más seca: solo 163 mm. de lluvia frente a la media de los últimos años que se sitúa en los 350 mm.

Los técnicos lo tienen claro: sin la experiencia de 2017, otra añada particularmente cálida en la zona, no habrían podido trazar la estrategia necesaria para llevar la 2022 a buen puerto. La clave, según explica nuestro director técnico Ángel Anocíbar, ha estado en los “riegos de supervivencia”, aportes específicos de agua en momentos muy puntuales que han permitido que la planta pudiera hacer frente a los numerosos golpes de calor que se registraron en mayo, junio y sobre todo durante el mes de julio.

De la misma forma que las personas necesitamos hidratarnos para hacer frente al calor, la vid tiene sus trucos para sobrevivir en circunstancias extremas. Ella suele anteponer su propia integridad, por lo que tiende a bloquearse y a frenar el desarrollo del fruto. De ahí que 2022 sea el año irregularidad. Cada viñedo se ha defendido como ha podido y, además, se han dado grandes paradojas. Por ejemplo, que parcelas poco cualitativas por su mayor fertilidad como las situadas en zonas llanas cercanas al Duero hayan funcionado mejor que terruños clásicos en ladera, con suelos pobres y buenas insolaciones.

Además de los riegos puntuales, en Abadía Retuerta se ha trabajado mucho la poda en verde para dejar solo la cantidad de racimos que la planta podía llegar a madurar en un año tan extremo.

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Uvas sanas, vinos equilibrados

La ventaja principal del buen tiempo es la ausencia total de enfermedades relacionadas con la humedad, como la botritis. De este modo, las uvas han entrado en bodega en perfecto estado de revista. La mesa de selección ha quedado reservada prácticamente a eliminar los racimos que hubieran podido pasificarse.

La climatología favorable también ha permitido vendimiar en el momento idóneo. Los tempranillos se han cosechado cuando la uva aún estaba crujiente, con graduaciones inferiores a los 14 grados. La garnacha, que se lleva bien con el calor, ha sido de las más favorecidas este año en la finca; lo mismo que la cabernet sauvignon, a la que, por su ciclo largo, le van muy bien las añadas cálidas en el valle del Duero. La syrah de Abadía Retuerta sigue brillando en casi cualquier circunstancia, mientras que la malbec se ha perfilado en la cosecha 2022 como uno de los nuevos inquilinos con más futuro.

El popurrí de uvas que se ha ido seleccionando en los últimos años para hacer frente al cambio climático está respondiendo a las expectativas.

Ángel Anocíbar defiende las graduaciones moderadas porque “con más alcohol es más difícil concluir la fermentación, por lo que la maceración se alarga y esto es algo que no queríamos esta añada”. De ahí que este año buscara fermentaciones rápidas con tiempo moderado de contacto del mosto con los hollejos y poca extracción.

Sin embargo, él mismo ha sido el primero en llevarse una grata sorpresa: “Nunca había experimentado una vinificación como la de este año”, nos contaba. “Las fermentaciones apenas han durado unos cuatro días. Las pieles estaban tan maduras que se deshacían formando una especie de espuma saturada de mosto, por lo que ni siquiera necesitamos extraer; el vino ha hecho sus propios remontados sin ningún tipo de ayuda externa, como si de una auto maceración se tratase”, explicaba.

En los vinos, hay que esperar la mayor estructura que caracteriza a un año seco, pero por esas vinificaciones tan rápidas los taninos se sienten maduros y están bien integrados en el vino. Lo mejor para Anocíbar es que los vinos finales no parecen propios de un año cálido.